Los inicios
El fotógrafo italiano Elio Miniello Pece nació el 17 de marzo de 1966 en Ripalimosani, en la región italiana de Molise. A los 18 años, descubrió en la fotografía la herramienta que le permitiría plasmar todas esas influencias artísticas que percibía.
En 1987 compró su primera cámara, con la que hizo su debut. Diez años después viaja a Cuba y queda cautivo por el ambiente de sus calles y el ritmo de la música cubana, donde asegura que el contacto con la isla reanimó su pasión por la fotografía. El artista reconoce que el intercambio con los colegas Sahily Borrero, Elio Delgado e Ismael Almeida magnificaron su visión fotográfica en la Mayor de las Antillas. Durante cuatro años compartimos distintas locaciones de trabajo, lo que me permitió apreciar su verdadera pasión, en la que concentra toda su energía, tras el codiciado “momento preciso” que todo fotógrafo ansía. Lo realmente admirable es que Miniello -con su formación autodidacta- ha logrado una obra donde expone, con riqueza, su perspectiva artística-cultural de la Isla.
La pasión
Su pasión por el jazz, lo enfocó en captar con ingenio la gestualidad histriónica de los músicos, logrando bellas e impactantes imágenes en la escena musical cubana; obra con la que atesora una amplia colección de fotos en blanco y negro y en color que le consolidan, con creces, como artista del lente que es. Este relevante derroche de pasión y talento por el género, le convirtieron en el autor que ilustra con sus fotos a los actuales exponentes del jazz cubano, en el lobby del Teatro del Museo de Bellas Artes en La Habana.
El reto
Hace cuatro años, mi colega y amigo asumió el difícil reto de realizar fotografía de teatro durante funciones, una disciplina totalmente desconocida hasta ese momento y que pocos logran realizar con su calidad, pero su dedicación y valentía resolvieron su inexperiencia en el complejo lenguaje de las artes escénicas. Con estos antecedentes, les convoco a seguir y disfrutar de sus registros fotográficos, donde conocerán el trabajo realizado en las calles de La Habana; pasando por las artes plásticas, la danza, los festivales de teatro y el mundialmente famoso Festival Internacional de Ballet, donde -con certeza- se aprecia su significativo interés por captar la esencia de la cultura cubana.